Santiago, 31 de enero 2022. Fundación Santa Clara recuerda este día el tercer aniversario del fallecimiento de la Madre Gregoria Ciccarelli, Fundadora de la Fraternidad de las Hermanas Franciscanas Misioneras de Jesús.
La madre Gregoria pasó gran parte de su vida ayudando a los más necesitados e impulsando iniciativas que mejoraran la calidad de vida de los niños dando un ejemplo concreto de amor al prójimo.
Uno de sus mayores orgullos fue sacar adelante el Hogar Redes y el Hogar Santa Clara que acoge a niños y niñas con VIH, en las ciudades de Coquimbo y Santiago respectivamente.
Pionera y osada para su tiempo se entregó por completo a la misión de formar un hogar que acogiera a niños y niñas vulnerables que además se vieran afectados por el VIH en un momento en que la ciudanía y la medicina comenzaban a estudiarla. Ella defendió la obra con fuerza y entereza ya que estaba convencida que esta labor era absolutamente necesaria.
De sonrisa fácil y mirada acogedora fue merecedora de numerosos homenajes que agradeció siempre con humildad
La Madre Gregoria pasó sus últimos años en el Hogar Santa María del Refugio, en Coquimbo donde estuvo rodeada de atenciones y amor.
La eucaristía de exequias de la Madre Gregoria Ciccarelli se realizará en el Templo Catedral Iglesia Unidad Metodista Pentecostal N°1 La Serena, ubicado en Arauco 2853-2949, La Serena, región de Coquimbo el domingo 3 de febrero, a las 10.00 horas, en La Serena.
Amar y servir con santidad y sabiduría
Pasquina Ciccarelli Salone, (Madre Gregoria) Nace en 1928, en San Pelino, una fracción de Avezzano en Abruzzo, Provincia del Aquila, a unos 94 Kilómetros de Roma, Italia, en el seno de una familia profundamente católica su padre Francisco Ciccarelli, desarrolló diversos trabajos enfrentando los desafíos de la época y su madre Aurelia Salone, dueña de casa dedicada a la formación y crianza de sus cinco hijos (Asunta, Bernardo, Pasquina (M.Gregoria), Antonio y Rita)
En el año 1945, a la edad de 17 años, la Madre Gregoria ingresa a la Congregación de Santa Marta, para una experiencia de vida, en tanto sigue trabajando en el Hospital Pediátrico, Bambino Gesú, de Roma, donde se desempeña como enfermera, a los 19 años, inicia su formación en la Congregación de Santa Marta, realizando así el Postulantado, Noviciado, Juniorado, en la Casa de Formación, ubicada en el centro de Roma.
En febrero de 1954 llega a Chile respondiendo a la voluntad de Dios, a través de la obediencia manifestada en sus superioras, y con un gran espíritu de Fe, realiza este venturoso viaje dando paso silenciosamente a la acción del Espíritu Santo en ella.
La Congregación la necesitaba en Chile, donde se desempeñó con esmero en los Colegios de la Congregación formando niños y jóvenes a la luz de la fe, (Talca, Curicó, Quinta de Tilcoco) para luego radicarse plena y definitivamente a la tarea Educativa y evangelizadora del Colegio Santa Marta de Coquimbo IV Región. Realizó sus estudios pedagógicos en la “Escuela Normal José Abelardo Núñez” en Santiago, destacándose como una gran profesora de matemáticas, realiza su labor docente, con sencillez y profundo espíritu de servicio, transformándose en maestra y guía de sus alumnas, en el año 1969, los insondables designios de Dios, la llevan a participar en la gran Misión General de la Arquidiócesis de La Serena, organizada y encabezada por el Sr. Arzobispo, Monseñor Juan Francisco Fresno Larraín, en la que ella, con la autorización de su Congregación, a la cual tanto amaba, participó activamente desarrollando un gran apostolado entre los más desposeído los pobres, llevada siempre por el amor a Dios y al prójimo el apostolado va creciendo a la luz de la fe, en la parte alta de Coquimbo, formando comunidades de base, catequesis, dando cursos misioneros para animadores de comunidades parroquiales, etc. En cada comunidad va plasmando el rostro y el mensaje de Cristo, amando y sirviendo, compartiendo con ellos la comunión, la fraternidad de los verdaderos hijos de Dios, a ellos llega con alegría esperanza, anhelos y con el apoyo de sacerdotes de las Parroquias de Coquimbo, y de esa forma continuó su apostolado desde su Colegio de Santa Marta, con un amor incondicional, recorriendo los cerros de la parte Alta de Coquimbo, con una fuerza infatigable y acompañada por la fuerza de la oración y la protección de la Santísima Virgen.
La Congregación de Santa Marta le pide definir su Apostolado, la docencia dentro de su colegio, o la Misión, que se ha desarrollado paralelamente, con una fuerza indescriptible, una gran labor misionera que las Religiosas de su Congregación no pueden asumir, es allí que entre incomprensiones, sin sabores, dolores y una misteriosa voluntad de Dios, toma una decisión orientada y aconsejada por el Arzobispo Monseñor Juan Francisco Fresno, quien la aprecia y destaca como una gran misionera, la insta a realizar una experiencia extra- claustro, fuera de su congregación fue así que acompañada por una de las religiosas de Santa Marta. Fue al lugar que había elegido para esta nueva experiencia de vida Religiosa Misionera, en el cerro El Calvario, ubicado en la parte Alta de Coquimbo, allí la acogieron con sencillez y mucho amor dándole un pequeño espacio para vivir, así se va forjando el temple de la Madre, con su espíritu Misionero y la fe puesta en Jesús su centro y razón de existir, su vida de oración profunda asidua y autentica, le da fuerzas para caminar confiada en su Apostolado.
De esa forma su vida se va conjugando en las mañanas como profesora en el Colegio Seminario Conciliar de la Serena, Congregación Italiana, “Barnabita” (Clérigos de San Pablo), en dónde la acogen con mucho cariño y la apoyan en su misión, su Padre confesor y guía espiritual, Rev. Padre Lorenzo Baderna, conocido por la Madre como Santo varón de Dios, pertenece a los Padres Barnabitas, por consiguiente la sostienen en los momentos más difíciles. Así se va gestando en silencio, en su alma, la voluntad de Dios.
En esta hermosa experiencia de vida Misionera, se le van acercando jóvenes que quieren seguir su modelo y estilo de vida. La Madre, refiere estos nuevos acontecimientos que se van sucediendo unos tras otros, a Monseñor Juan Francisco Fresno, quien la orienta a seguir confiada en la acción del Espíritu Santo, que se va manifestando en este nuevo estilo de vida.
Algo se va suscitando en el interior de su alma y sigue adelante con su vida Misionera. El tiempo se cumple y la Madre debe ir definiendo su actual estado; ingresar definitivamente a la Congregación de Santa Marta o continuar su vida Misionera, en la Parte Alta de Coquimbo. Entre lágrimas, idas y venidas por los caminos inescrutables de Dios, en diálogos continuos con sus superioras de la congregación de Santa Marta, le hacen ver que ellas no pueden asumir ese nuevo apostolado que sobre pasa el carisma de santa Marta. Ciertamente, la Madre Gregoria, sin percibir la magnitud del apostolado que ha ido naciendo por voluntad de Dios y no propia se abandona a la voluntad de Dios, manifestada en sus superioras, y sale definitivamente con mucho dolor, dejando atrás a su Congregación y llevando consigo toda la riqueza espiritual que recibió de ella.
Monseñor Fresno, la insta a seguir con su vida Religiosa – Misionera, ha confiado siempre en ella, manifestando una gran admiración y afecto hacia su persona. Este estilo misionero propio de la Madre, y su actitud humilde frente a Dios, le dan la confianza de que ella es conducida por la Acción del Espíritu Santo.
Con gran Gozo en su alma y una profunda alegría en el corazón el 04 de Marzo de 1978, la Madre Gregoria, pone sus votos en manos de monseñor Juan Francisco Fresno, consciente de su vida Religiosa vive su consagración plenamente a la luz de la fe y en comunión con su Iglesia y su Pastor.
Por amor a Cristo Jesús, sigue fielmente su labor evangelizadora entre los más humildes, el encuentro íntimo con Jesús y su ferviente fidelidad a sus votos van marcando de manera especial la vida de la Madre, encantando a jóvenes con su estilo de vida.
Este es el punto de partida para el nacimiento de un nuevo Carisma en la iglesia, en la persona de la Madre Gregoria, y con la llegada de las cinco primeras jóvenes nace el Instituto Religioso, Hermanitas Misioneras Diocesanas, con la venia y aprobación de monseñor Juan Francisco Fresno.
El 15 de Agosto de 1986, en la Arquidiócesis de La Serena, Monseñor Bernardino Piñera Carvallo, Arzobispo, bendice las actuales constituciones y con sencillez las entrega a Madre Gregoria, para que se vivan fielmente por cada una de las Hermanas que componen la Fraternidad.
La Madre, como Guía y maestra de las Hermanas, las prepara en la vida religiosa, las motiva arduamente a la oración y al estudio de estas constituciones, presenta el proyecto de formación para sus religiosas, y les insiste que la fuente inagotable para sus vidas es el Evangelio, y empapando el Instituto Religioso del Espíritu Franciscano, el más humilde de los santos, San Francisco de Asís viviendo en humilde servicio, de allí la fuerza del mensaje en el lema que caracteriza a la Fraternidad, “Amar y servir en santidad y sabiduría”.
El 13 de diciembre de 1993, Madre Gregoria Ciccarelli Salone, es admitida a la Orden Franciscana Menor.
Con la ayuda de los Padres Capuchinos, surge la inquietud de formar a sus Hermanas en Roma, Italia, en unos de los Centros de Espiritualidad Franciscana, “Antoniano de Roma”, llega el año 1998, y ella junto a un grupo de Hermanas parte a Roma, las hermanas estudian, desarrollan una labor apostólica en la Basílica San Pablo de Roma, viviendo en una casa dada por el “Vaticano” en comodato por tiempo indefinido, la casa de acogida Santa Clara” ubicada en Roma.
El 2010, las hermanas y la Madre Gregoria, regresan a Chile, pues el Gobierno General, considera que es el momento oportuno para su regreso a Chile, donde se encuentra toda su Obra Fundacional el segundo grupo de Hermanas regresa definitivamente a Chile en 2011.
La Madre Gregoria pasó sus últimos años rodeada de cariño y atenciones en el lugar que ella amaba su querido Coquimbo en donde se encuentra la Casa Central, conocida como el “Refugio”.